Posteado por: lenguajesculturales | septiembre 17, 2010

El roble y los ramajos. El bosque sanabrés. 1. Sanabria. Guía cultural


El roble y los ramajos. El bosque sanabrés. 1

Los  árboles y su aprovechamiento.

A finales del siglo XIX y comienzos del XX Sanabria era bosque, pradería y montaña. Si el agua abundaba, las majadas, los CARBALLALES y el monte bajo cubrían las zonas no cultivadas. El valle estaba salpicado además por manzanos, cerezos y guindales,  álamos, humeros, abedules y salgueras, nogales, castaños y negrillos. Los pueblos, a vista de pájaro, sólo eran retazos oscuros de la pizarra negra que cubría algunas casas. Cualquier pueblo sanabrés se difuminaban en primavera y verano entre los castaños y los robles (1).

La sierra estaba poblada de roble, atravesado por vetas de salguero, avellano y abedul corriendo parejas con los arroyos. Bajo los robles escobas y FALEITOS. En la cumbre crecía la urz, la CARQUEIXA, el carpazo y el piorno (2).

El aprovechamiento del arbolado comunal estaba regulado y gravado con impuesto (3). La propiedad del arbolado de las fincas privadas presentaba, a veces, características distintas de la propiedad de la tierra donde crecía.

«El roble solía estar en terreno comunal. Cada uno te nía los  árboles que había dentro de su finca. A veces estaban en medio de la pared o del lindero entre finca y finca. Había que tener cuidado que no molestara a la tierra del vecino. Si el lindero era delicado se los hacía cortar. Nosotros tuvimos castaños envueltos con los de otros, y cada uno apañaba lo que caía en la tierra de él. Sin embargo, otro que conocimos pasaba a la tierra del vecino a coger las castañas que caían de su castañeiro en la tierra del vecino. Eso no estaba bien, que las cañas de un  árbol de tu propiedad están sobre la tierra del vecino. La ley era que tú cogías el fruto en tu finca, y no podías pasar a la del otro. También había  árboles de varios. Cuando había una hermandad, varios hermanos que habían heredado, de poco capital, pues un  árbol era de dos o tres hermanos.» (Terroso. Santiago)

Los robles formaban MAJADAS. Los negrillos y los  álamos bordeaban las fincas. Los castaños crecían en medio de las tierras. Los frutales, manzanos, perales, guindales, abruños y cerezos o TREIXOS, crecían en los huertos y las eras.

El aprovechamiento general del bosque sanabrés se centraba en conseguir leña para calentarse, madera para utensilios caseros y de labranza, para la construcción de casas, monte bajo para hacer ESTRUMBIO, y, por último, algunos frutos como complemento de la dieta alimenticia de personas y animales.

El cuidado de los  árboles no era un gran problema entre los sanabreses, ya que al arar las tierras, cavar las cortinas o los huertos, y al recuperar los prados, se favorecía directamente a los  árboles que crecían en estas fincas. Cualquier  árbol de interés para su propietario podía ser GUIADO (robles, castaños…), protegido desde pequeño. Los frutales aprovechaban la labra de las cortinas, se podaban y se les injertaba nuevos brotes. Casi todos los  árboles eran enriquecidos en su base con estiércol. Los pellizos de los castaños se amontonaban al final del otoño alrededor de su tronco para proteger el  árbol y la tierra donde crecía. Cuando se partía la rama de un  árbol y quedaba en el tronco una hendidura profunda, ésta se cubría con BUESTA de vaca para que ningún parásito dañara el tronco. Etc.

Los  árboles básicos del bosque sanabrés eran el roble, el castaño y el negrillo. A todo vecino le interesaba  heredar, plantar y GUIAR cualquiera de los tres, porque eran los  árboles más aprovechables, e incluso imprescindibles en la economía de la casa sanabresa.

El roble (4).

El roble, CARRASCO cuando era pequeño, CARBALLO cuando era grande, abundaba en todo el municipio. Ocupaba la mayor parte del monte comunal, excepto la parte alta de la sierra, y la zona de valle próxima al río. Los vecinos participaban en CONCEJO del aprovechamiento del roble comunal. También cada vecino poseía robles en los linderos de sus fincas o en MAJADAS, pequeños bosques de un particular.

Había un refrán popular sobre el roble que decía:

«En mi tierra hay un  árbol que da cuatro frutos, buyacas, buyacos y mazacucos, y aún queda otro, as abellotas…» (Terroso. Ti Encarnación)

El refrán parecía despreciar al  árbol que daba tantos frutos ciertamente inservibles, como las BUYACAS, los BUYACOS y los MAZACUCOS, pero el sanabrés no olvidaba que este  árbol le proporcionaba la mejor leña para su LAREIRA, la mejor madera para construir la estructura interna de su casa, hoja para alimentar al ganado en los días de invierno, y ABELLOTAS, bellotas, para cebar a los cerdos.

Los BUYACOS, pequeñas formas lisas y perfectamente redondeadas, no servían para nada, salvo para jugar los niños. Los MAZACUCOS , formas rugosas y blandas, más o menos redondeadas, tampoco valían para nada. Sólo las BUYACAS , formas  redondeadas más grandes que los BUYACOS, valían para iniciar CARUEZOS, ovillos de hilo de lino.

El roble era principalmente aprovechado por su madera. Los vecinos que poseían MAJADAS procuraban GUIAR nuevos brotes para mantener un pequeño bosque de su propiedad. Los CARRASCOS crecían derechos, protegidos por palos atados con BELORTOS de paja para que los animales, vacas, ovejas y caballerías, no los dañaran. Cuando el roble era alto y tenía el tronco derecho, se rameaba, cortaban las ramas laterales dejándole sólo las últimas de la copa. Era el modo de conseguir una VIGA.

Con el doble aprovechamiento anual del roble de la sierra y lo que cada uno apañaba de sus fincas, el sanabrés formaba delante de la puerta de su casa la TENADA o TINADA. Luego las cañas o ramas de roble se troceaban sobre el CEPO para alimentar el fuego de la casa. Los troncos se rajaban en piezas relativamente grandes que se consumían lentamente ARRIMADOS a la lumbre, eran los ARRIMADEIROS. El roble poseía una llama suave y constante, y su poder calorífico era más prolongado que el de los restantes  árboles aprovechables. La ceniza se empleaba como MINERAL  de las fincas de regadío y para cocer madejas de lino.

La madera de roble también se destinaba para la construcción de las casas y la fabricación de algunos utensilios caseros y agrícolas. Sus cualidades de dureza e inflexibilidad le hacían insustituible como VIGAS del piso, VIGAS  de la techumbre y CANTIAGOS para soportar el ENLOSAO. También lo utilizaban para fabricar carros, mangos de utensilios, etc.

Los RAMAJOS y la leña.

El CONCEJO repartía SUERTES de roble del monte comunal dos veces al año: entre agosto y septiembre, antes de la sementera, para hacer los RAMAJOS del invierno, y entre marzo y mayo, para hacer la leña del verano. Todo vecino tenía derecho a participar con otro vecino, el COMPA¥EIRO, en una de las SUERTES hechas en concejo.

«Por estas fechas de agosto se hacían las suertes de los ramajos, en Escaldón, en el monte Carbonal. En junio se había bajado la leña de quemar todo el verano, porque antes se hacía fuego todo el año. Bueno, pues antes de echar la hoja, en abril, daban las suertes, se hacían y quedaban allí hechas, cada uno sabía de la que tenía él, se cortaba y quedaba atravesada allí. Luego se bajaban en junio. Se daba otra vez leña en septiembre u octubre, para bajar los ramajos, esa era la leña de invierno y para aprovechar la hoja. En los ramajos se iba a hacer y se bajaba en el mismo día. Muchas veces coincidía con lo de las patatas. En los ramajos era cuando solían dar más leña, porque a la gente le hacía falta la hoja para el ganado.» (Terroso. Santiago)

En las SUERTES del monte sobre todo se cortaba roble, aunque también podían entrar piornos, urces y abedules. La SUERTE de invierno era de leña sin hoja, sólo arovechable para quemar. La SUERTE del final del verano era con hoja, por eso se llamaba de los RAMAJOS, para aprovechar la hoja PASMADA como alimento del ganado y, posteriormente, como leña para quemar en el invierno.

Las SUERTES se hacían en CONCEJO. Los días previos a la bajada de la leña también se hacía CONCEJO para arreglar los caminos.

Las SUERTES del monte eran establecidas por parejas de vecinos. Las parejas de vecinos del municipio recibían la parte que les había tocado y la aprovechaban a partes iguales. Ambos vecinos solían ser amigos o familiares para trabajar como COMPAÑEIROS. Bajar los carros de leña del monte requería la ayuda de unos a otros (5).

«Iban en conjunto todos, los de San Martín y los de Terroso, y las suertes se hacían para cada dos personas. Por ejemplo, mi padre y mi tío como eran hermanos pues nos las daban juntos, y entonces íbamos juntos a hacer la leña. El camino era malo, pero como eran dos hombres y dos mujeres, el hombre bajaba con el carro y la mujer sujetaba del carro.» (San Martín .Varios)

El ayuntamiento elegía cada año un lugar del monte para ser talado comunalmente. Allí iba el CONCEJO y realizaba las SUERTES.

«Para todo eso tenía que ser el concejo. Nombraban un concejo para ir a hacer las suertes, y entonces se decía:  -¿Cuántos son? – Pues son treinta, o son cuarenta. Y se hacían cuarenta suertes. Se metían unos arriba y marcaban. Daban un hachazo a una rama y esa era la señal. Y se iba hablando los de un lado y los del otro para que no se fueran unos más allá  y otros más acá, para que las suertes fuesen más o menos iguales. Como luego se sorteaban, pues no había mucho interés en hacer unas más grandes que otras, sino en hacerlas iguales.» (Terroso. Santiago)

Para hacer las SUERTES se colocaban unos hombres del CONCEJO en la parte alta de la MAJADA de roble y otros en la parte baja. Procuraban caminar en línea recta, llamándose para comprobar que mantenían la distancia adecuada, y  hacían una señal cortando una rama para establecer el límite de cada SUERTE.

Las SUERTES eran estrechas y largas: TRAZONES. Después de dividir la MAJADA sorteaban entre los vecinos los TRAZONES realizados.

«Se sorteaban el mismo día que se hacían, allí mismo, en Escaldón o donde se reuniera el CONCEJO.» (Terroso. Laura)

Una vez que la pareja de vecinos sabía cuál era su SUERTE, la preparaban para bajarla en carros al pueblo. El carro era aparejado del mismo modo que cuando se ACARREABA el PAN o la hierba, con los ESTADULLOS laterales y un buen REJO para atar la leña o los RAMAJOS.

Como la misma palabra decía, las SUERTES eran suertes, a una pareja le podía tocar más leña y a otra menos, dependiendo de la suerte que tuvieran.

«Para hacer las suertes lo decía el alcalde. Iban por trozos, a todo el mundo le tocaba lo mismo. Las suertes ya ellas lo dicen, como son suertes, al que le tocaba buena, bien, pero había diferencias. Entonces había que aprovechar porque todos queríamos que nos tocara un carro más. Se solían bajar más de cuatro carros. Hubo un año que uno llegó a bajar catorce carros de su suerte. Y ese mismo año nosotros bajamos tres, y aún tuvimos que estar arrebuñando lo del compañeiro. Normalmente se bajaban entre cuatro y seis carros, y esto también dependía de cómo se cargara el carro, porque unos cargaban más prieto y otros más suelto, entonces se bajaba más o menos leña…» (Terroso. Santiago)

El principal problema que tenía esta tarea era bajar el carro cargado de leña desde lugares donde podía APINCHARSE.

«Siempre se hacían las suertes de compañeiros, porque  así iban los dos juntos a hacerla y a arrastrarla para el sitio del cargadero. Si el carro se te apinchaba, se te volcaba, pues dos siempre podían levantarlo mejor que uno. Se te podía romper el carro, o se ponía una  vaca mala, había muchísimas cosas que podían ocurrir y con un compañeiro era más fácil solucionarlo.» (Terroso. Ti Encarnación)

Bajaban los carros en los días señalados, y según la época del año almacenaban de distinto modo la carga: si era la leña cortada en marzo y bajada en mayo o junio, se amontonaba al aire libre en el lugar que cada vecino tenía reservado para su TENADA; si era al final del verano, los RAMAJOS se almacenaban en la PALLAREGA o se MEDABAN. Después de que el ganado comía la hoja PASMADA del RAMAJO, éste se colocaba en la TENADA.

Los RAMAJOS debían ser preparados antes de ser almacenados, de lo contrario se pudría la hoja que luego valía para alimentar a los animales.

«Guardabas la leña con la hoja, en un sitio, en el pajar, donde estuviera cubierto. La hoja era para el ganao, y la leña para quemar. La hoja se mantenía de color verde, pero seca. La dejábamos fuera a tostar un poquitín, y luego la guardábamos. Si nada más cortar metías la hoja, se pudría. Así quedaba pasmada y valía para más adelante.»

(Terroso. Santiago)

«El ramajo se cortaba y mañana ya estaba tostada la hoja, y de que estaba tostada la traes para el pajar o para una meda, así se mantenía protegida y se mantenía verde. Las medas de ramajos se hacían en la era, y los que se metían en un pajar se colocaban bien estirados.» (San Martín. Varios)

Con este trabajo los sanabreses aseguraban el alimento para sus animales domésticos en los días invernales de nieve o persistente lluvia. A la vez, después de quitarle la hoja, el RAMAJO servía como leña para avivar el fuego de la casa.

Anualmente cada vecino pagaba el impuesto de CONSUMO de paja y leña. Si algún vecino cortaba leña en el monte comunal sin permiso, podía ser sancionado. Desde principio del siglo XX había un GUARDAMONTES en cada municipio para vigilar el aprovechamiento de los bienes forestales (6).

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NOTAS

(1) Ladoire Cerné (1982), página 15. César Morán (1986), páginas 48 y 65.

(2) Ladoire Cerné (1982), páginas 119-121. César Morán (1986), página 63.

La descripción científica de estos  árboles y plantas la podemos encontrar en Mariano Losa (1949).

(3) » Los Ayuntamientos de Cobreros, Peque… han remitido certificado de los aprovechamientos forestales para el año 1906 a 1907.» EL HERALDO DE ZAMORA, 28 de Febrero de 1906.

«Cobreros pide recargo extraordinario sobre el quintal de paja y leña.» EL HERALDO DE ZAMORA, 3 de Noviembre de 1902.

«Los ayuntamientos de Terroso…(etc.) han solicitado autorización para imponer recargos extraordinarios sobre el arbitrio de paja y leña.» EL HERALDO DE ZAMORA, 27 de Octubre de 1903.

(4) Mariano Losa (1949), páginas 15-18.

(5) «10 de Abril de 1936. Recibí medio jornal a hacer leña...» (Esta fecha confirma las SUERTES  del invierno) (Cuentas San Martín,100)

«24 de Octubre de 1928. Recibí dos carros de leña.» (Esta fecha confirma las SUERTES de los RAMAJOS) (Cuentas San Martín,129)

Sobre el agotamiento del bosque de roble a lo largo del siglo XX por su constante aprovechamiento: Jorge Dias (1953), página 222. Mariano Losa (1949), página 15.

(6) La actividad de un GUARDAMONTES podría estar detrás de estas noticias de EL HERALDO DE ZAMORA.

“El juez de Cobreros ha denunciado a los vecinos de San Miguel de Lomba… porque se hallaban en un monte del Estado denominado Cagallo cortando leña.» EL HERALDO DE ZAMORA, 9 de Noviembre de 1901.

«Denuncia a un vecino de Puebla de Sanabria por haberle sorprendido con un carro de leña procedente de un monte del Estado.» EL HERADO DE ZAMORA, 11 de Junio de 1906.


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