Posteado por: lenguajesculturales | septiembre 5, 2010

El concejo en un municipio sanabrés. Sanabria. Guía cultural.


El CONCEJO en un municipio sanabrés.

Debemos distinguir dos niveles de responsabilidad en la vida municipal sanabresa. Por un lado, la existencia del Ayuntamiento, compuesto por  » las justicias del lugar»: alcalde, concejales y secretario, figuras impuestas en el grupo desde niveles organizativos superiores. Por otro lado, el CONCEJO de cada pueblo, compuesto por un miembro de cada casa, preferentemente varón, mayor de edad. En apariencia un nivel estaba supeditado al otro, como as¡ lo podemos comprobar en las actas del Ayuntamiento, por ejemplo, en las que el CONCEJO aparece bajo la responsabilidad del Ayuntamiento; y esto siempre fue así porque el alcalde era quien convocaba los CONCEJOS. Sin embargo, el CONCEJO sólo era válido y eficaz por la participación de todos sus componentes. Un CONCEJO de trabajo comunal, circunstancia habitual a la que llamaban CONCEJO, sólo era eficaz si estaban todos los miembros componentes, una venta de terreno comunal sólo era efectiva con la firma en el documento de venta de todos los vecinos componentes del CONCEJO: » Decimos nosotros los que abajo firmamos becinos de Terroso de Sanabria…» . El Ayuntamiento era un signo de lenguaje social, en cierto modo, impuesto, burocrático, ajeno al lenguaje propio del grupo. El CONCEJO era el responsable máximo del pueblo, era el signo social propio del grupo. Las decisiones tomadas al margen del CONCEJO en lo que afectaba a los bienes del pueblo entraba en lo que los vecinos llamaban CACIQUISMO. Aunque el nivel de responsabilidad del CONCEJO dependiera desde el punto de vista organizativo del Ayuntamiento, no podemos llegar a afirmar la sumisión del primero respecto al segundo, sino, al menos en teoría, una mutua interrelación (23).

Entremos ahora en lo que era el CONCEJO para nuestros informantes.

«Antes los concejos eran cosas del pueblo, y el pueblo hacía concejo cuando era necesario. Hacer concejo se refería a juntarse el pueblo para ir a buscar el agua al monte, para arreglar caminos, para bajar la leña del monte…» (Terroso. Santiago)

El CONCEJO era el pueblo en acción para realizar algo común, en un terreno común, con un beneficio común. El pueblo protagonizaba el CONCEJO. No era una entidad abstracta, sino un grupo de vecinos del pueblo.

«El concejo lo formaban los vecinos del pueblo. En cuanto se formara una casa aparte ya tenía que ir al concejo un representante de esa nueva casa, y si era una viuda, pues tenía que ir ella, o pedía permiso a ver si admitían a su hijo en vez de ir ella.» (Terroso. Santiago)

«El concejo lo formaban todos los vecinos, es decir, uno de cada casa, mayor de edad, aunque también iban  muchachos de quince años, y mayores… porque yo ya tengo setenta y siete y aún voy al concejo. En la casa donde no hubiera hombres tenían que ir las mujeres, o alguien que las sustituyera.» (San Martín. Ti Galán)

En la mente de nuestros informantes siempre se entendía el CONCEJO como una reunión para trabajar, de la que estaban exentos algunos miembros del pueblo, que , a su vez, disfrutaban de los beneficios realizados por el CONCEJO.

«Las personas que estuvieran enfermas no podían participar en el concejo. Tampoco obligaban a ir a los que tuvieran un estado público, por ejemplo al cartero no le podían obligar a ir, un guarda tampoco, al secretario, al señor cura tampoco… Pero en los últimos años tambi‚n empezaron a ir porque la gente chillaba, se enfadaba, porque regaban mucho… tenía que ir el ama del cura…» (Terroso. Ti Encarnación)

Desde el punto de vista organizativo, el alcalde mayor o el alcalde de barrio convocaba a CONCEJO cuando era necesario.

«Tenían un sitio para juntarse para el concejo. Antes en Terroso era las Peñas o el Cabeceiro, en San Martín era el Sagrao de la Ermita. Tocaban la campana, o una caracola y allí se reunían. El alcalde siempre era el que convocaba el concejo, al salir de misa, de la iglesia, a la puerta de la iglesia allí lo decía. Si no se hacía así, pues el Ayuntamiento tenía un alguacil, una persona dedicada a eso.» (Terroso. Santiago)

«En San Martín también a veces había unas mujeres que estaban exentas del concejo, se les daba razón, y ellas se encargaban de avisar casa por casa para el concejo. Y al otro día, al toque de la campana pues nos reuníamos todos.» (San Martín. Ti Galán)

La finalidad de los CONCEJOS era el trabajo, pero había CONCEJOS para tratar EN CONCEJO ABIERTO cuestiones generales que afectaban al pueblo. Aunque eran menos frecuentes, también se daban los CONCEJOS deliberativos.

«El concejo era para trabajar, pero también había concejos para hablar. Si había que dar alguna orden que viniera de improviso, se reunía al pueblo para darla a conocer. El sitio de reunión era en la iglesia. Las órdenes que había que dar a los dos pueblos se daban en los castañeiros grandotes que había frente a la puerta de la iglesia, a la salida de misa, en  concejo abierto…»

En los CONCEJOS de este tipo se trataba la compra de un nuevo toro para la vacada, la venta de terrenos comunales para solucionar una necesidad municipal, etc. La convocatoria a los CONCEJOS de trabajo no dependían de la voluntad de los miembros del Ayuntamiento, sino que la mayoría de estos CONCEJOS  estaban determinados por el desarrollo anual de los trabajos del vecindario. Las autoridades responsables debían organizar CONCEJOS previos a las tareas de regadío, a las SUERTES de la leña, a los trabajos de acarreo de la hierba y el pan, a los RAMAJOS, etc. (24)

“Era como un apoyo de unos con otros, aunque se llevasen mal unos con otros, se llegaba al concejo, hay que hacer esto, y se acababan las rencillas. En enero,  febrero o marzo, limpiar los gatuños del couto, en  marzo abrir los caños para que no pasara el agua por la calle abajo, en mayo se hacían las suertes de la leña en concejo, luego cada uno las cortaba. En agosto, el día antes de acarrear el pan todo el mundo a  arreglar los caminos. En agosto otra vez a hacer suertes de leña. En mayo se iba a buscar el agua a Escaldón, era un concejo de los dos pueblos.» (Terroso. Santiago)

El lenguaje social que establecía este signo cultural podía ser roto por algún vecino que olvidara su implicación en él. Ningún vecino, salvo los anteriormente citados, podía olvidarse de la convocatoria a un CONCEJO.

«…Por ejemplo, el alguacil avisaba, y luego tomaba lista del que iba y del que no iba, y no se le podía  decir que tenías tal cosa que hacer. El te avisaba y tú quedabas responsable. Aunque te avisara hoy y mañana hubiera concejo, tenías que dejar todo y estar ya pendiente de ir a concejo.» (Terroso. Ti Encarnación)

Quien no acudía a la llamada de un CONCEJO era sancionado.

«En las majas, si uno faltaba no había sanciones, pero en los concejos sí había multas porque era un bien para todos y lo otro era un bien particular.» (Terroso. Laura)

«Había veces que mandaban a las mujeres al concejo y las devolvían a su casa si estaba el marido, y le cobraban una multa, si es que antes no habían pedido permiso…» (Terroso. Santiago)

El concejo tenía su organización, su ambiente y sus dificultades. El CONCEJO que dejaba mejor recuerdo era el que se hacía en primavera para arreglar el CAÑO de ESCALDON.

«El alcalde dirigía el concejo con los concejales, se repartían por grupos, cada concejal con un grupo. El mejor día era el de Escaldón, era un día de juerga y de borrachera…» (San Martín. Ti Galán)

«Iban, por ejemplo, el concejo al caño de Escaldón,  ahora por el mes de Mayo. El alcalde decía  – Fulano de Tal carro y vacas y un pellejo de vino. El alcalde pagaba el pellejo y lo llevaban muy curiosicamente para que no se rompiera. Y después a medio            día, después de estar arreglando todo el caño, pues descansaban en Prau Mucosa, donde había una fuente grande, a la entrada de Escaldón, y allí comía cada uno su merienda, y de vino a jarro limpio, bebían vino como canales, ¡cogían cada castaña! luego se tumbaban debajo una escoba a dormirla.» (Terroso. Ti Encarnación)

Cuando describamos los trabajos anuales de los vecinos en otros apartados especificaremos de nuevo los CONCEJOS que marcaban el inicio de las labores agrícolas y ganaderas.

Aparte de los CONCEJOS determinados por el ciclo anual de trabajo, había también otros CONCEJOS extraordinarios ocasionados por necesidades, a veces al margen del beneficio comunal, como la búsqueda de algún desaparecido del pueblo, la ayuda extraordinaria a una viuda en tiempo de siega, la quema de animales muertos por el carbunco, batidas de lobos, etc.

«A una mujer se le moría el marido y se quedaba ella abandonada. Se juntaba el pueblo y le hacían el trabajo en un día, un domingo, y se lo hacían.» (San Martín. Ti Galán) (25).

Por último, hacemos notar que en el municipio de Terroso había dos pueblos, por lo que había dos CONCEJOS distintos, aunque en algunas ocasiones también tenían que hacer un CONCEJO entre los dos pueblos. Cada pueblo hacía CONCEJO para arreglar sus calles, los caños, los caminos, etc. y durante el año los dos pueblos se juntaban para traer las aguas de ESCALDON, para hacer las SUERTES  de la leña etc.

«El concejo de San Martín era distinto del de Terroso, pero había algunos que eran juntos. Para el monte, para Escaldón, para Candejón…para los sitios comunes, pero para las calles de cada uno no, cada barrio hacía lo suyo.» (San Martín. Ti Galán)

Ambos pueblos se sentían dos entidades distintas, dos CONCEJOS distintos, que tenían repartidos tradicionalmente espacios comunales del municipio.

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NOTAS.

(23) Sobre el CONCEJO en Sanabria podemos reseñar las breves descripciones de L. Rodríguez (1983) en las páginas 71-72.

J. Dias (1953) describe las particularidades del CONCEJO portugués de Rio de Onor: el talante democrático que parece tener, su función de administrador de la propiedad colectiva, las actividades que realizaba (arreglar caminos, preparar cotos…) etc. Páginas 138-161. N. Tenorio (1982) describe el CONCEJO de las aldeas de Viana del Bollo en términos parecidos al CONCEJO de Rio de Onor o el mismo de nuestro antiguo municipio de Terroso. Páginas 15-18. En el CONCEJO de Rio de Onor encontramos la figura del MORDOMO (mayordomo) y en las aldeas de Viana del Bollo la figura del POSTOR, cosa que no ocurría en el antiguo municipio de Terroso donde el responsable máximo del CONCEJO era el ALCALDE. J. Dias (1953) y N. Tenorio (1982) destacan el carácter autónomo y de igualdad entre sus miembros que daba en cada pueblo o aldea la existencia de un CONCEJO.

(24) Testimonio de los CONCEJOS terrosanos son las notas que encontramos en los libros de Cuentas de don Genaro de Barrio por las compras de vino que hacía el Ayuntamiento en los días de CONCEJO para alegrar el trabajo a los vecinos.

«17 de Marzo 1914, más dos cántaros de vino para el concejo de San Martín…» (C.S.M. 26).

«3 de Mayo 1918. debe cuatro cántaros de vino para ir a Escaldón…» (C.T. 22).

«16 de Mayo de 1916, más ocho reales del vino del concejo…» (C.T. 25).

«2 de Marzo 1917, debe un cántaro de vino y seis libras de trigo para el concejo…”

“10 de Abril 1917, más tres cuartillos de vino para el concejo…”

“23 Diciembre 1917, más seis cuartillos de vino que gastó con la junta para acordar lo del Sordo…”

“6 de Enero 1918, más gastó el pueblo medio cántaro de vino… dos hogazas pan… y un cuartillo aguardiente…”

“16 Febrero 1918, más tres cuartillos de vino el concejo que agüearon el coto…”

“27 Julio 1918, más medio cántaro de vino para el concejo…”

“16 Marzo 1919, más medio cántaro (de vino) y un pliego papel el concejo…cuando pagaron lo del Sordo…”

“18 Marzo 1919, m s medio cántaro vino, el concejo,  arreglaron los caminos…» (C.T. 12).

(25) El CONCEJO de cada pueblo realizaba la siega de las tierras de una casa que se encontrara en una situación de imposibilidad inesperada, la muerte o enfermedad del cabeza de familia. Lo hacían en domingo. En Sayago esta costumbre también la realizaban según lo testimoniaba J.M. Arguedas (1968) en la página 95.


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